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sábado, 29 de marzo de 2008
Día de terror... me olvidé de la contraseña de mi GNU/Linux
Varias veces me ha pasado de toparme con un Linux del que se desconocía la contraseña (ya sea del usuario no privilegiado como del root). Algunas veces, eran mi propio sistema, en otras, se trataba del sistema de otra persona. En todos los casos, recurrí a Google o a algún llamado telefónico con alguien que me recuerde el procedimiento... y lo resolví.
Hoy, aprovechando un correo a la lista de Gleducar donde pedían ayuda en esto mismo, tomo algunos enlaces, algunas ideas y desarrollo este artículo.
Te prevengo que como es un artículo técnico, puede ser que seguirlo requiera que tengas que leer bastante de los enlaces que te proporciono, dependiendo de tus conocimientos previos. Estás por realizar una tarea NO menor y que generalmente un usuario no técnico no realiza... sin importar el sistema operativo que use.
Comprendiendo la situación
El sistema está funcionando (aunque no lo creas). La única diferencia es que no te deja entrar a vos como usuario porque vos mismo le ordenaste que solo permita el acceso si ponés una contraseña (aparte del nombre de usuario, claro está).
Sin embargo, este sistema está ideado para superar esos problemas apelando al acceso físico al equipo... tranquilo, no hay que buscar el destornillador.
Vas a tener que reiniciar el equipo y hacer alguno de los procedimientos que te describo a continuación (o algún otro que olvido o desconozco... seguro que los hay).
Antes que alguien me ponga un comentario diciendo algo como ¿no era que Linux era recontra seguro? ¿dónde está la seguridad?, les cuento que estos tipos de soluciones se basan en la presunción de que si se puede tener acceso físico al equipo es porque somos de confianza como para manipularlo.
Opción 1: Ubuntu
Ubuntu Linux usa un cargador de arranque llamado Grub, que tiene configurada una opción llamada "Recovery mode", seguramente la vez cada vez que prendés tu computadora pero nunca la usaste... hoy es el día.
Este modo de arranque te va a iniciar el sistema en modo monousuario, con permisos de administrador (root). Que es el que tiene permiso de hacer cualquier cosa... como cambiar las contraseñas.
En esa críptica, hasta ahora, consola de texto, escribís lo siguiente:
En el extraño caso que el nombre de tu usuario sea el mismo que el mío (roman). Como seguramente vos tenés otro nombre de usuario, reemplazá roman por el tuyo.
Te va a pedir la nueva contraseña y cuando la ingresás, vuelve el prompt.
Ahora podés ejecutar el último comando para reiniciar normalmente tu máquina:
Opción 2: Tengo un Linux que usa Grub, pero no veo la opción recovery mode
No desesperarse... se complica un poquito más, pero hasta el día de hoy, no hay muertes registradas por realizar este procedimiento.
Generalmente, aparte de las opciones simples que se eligen con las flechas del cursor, Grub nos proporciona un método manual de edición de opciones de arranque. A esto se accede pulsando la tecla 'e' de nuestro teclado, mientras está la pantalla de elección del sistema operativo a arrancar.
En la siguiente pantalla, elegimos la opción de arranque habitual y volvemos a pulsar 'e' en nuestro teclado. Para editar esa opción de arranque.
Al final de la línea (para este caso, no importa lo que diga la misma), con un espacio como separación, escribimos single. Que es la opción que le dice al sistema, que al arrancar haga lo mismo que teníamos en "recovery mode", de la opción anterior.
Solo nos resta pulsar la tecla 'Enter' y luego la tecla 'b' para que "bootee" (neologismo que significa arrancar) nuestro sistema.
Una vez que arrancó es como en la Opción anterior:
Le damos una nueva contraseña.
Y finalmente ejecutamos el comando
Opción 3: El Linux que tengo no tiene grub... pero tengo el disco de instalación
Distribuciones como Mandriva Linux, Red Hat Enterprise Linux, Fedora Core, etc. Tienen procedimientos específicos para realizar esta tarea lo más simplemente posible.
Todos coinciden en arrancar la computadora con el disco 1 de instalación puesto y levante desde ahí el sistema. Luego las opciones nos permitirán recuperar el sistema o cambiar las contraseñas fácilmente.
Les recomiendo que para cada caso busquen el cómo, en su correspondiente página web de la distribución. No tiene mucho sentido que me ponga a escribir sobre esos procedimientos que ya están documentados y hasta es posible que si cambian, yo ni me entere. Con lo que este artículo te llevaría por un camino que no te serviría.
Opción 4: El Linux que tengo no tiene grub, no tengo el disco de instalación y me estoy desesperando
¡Acá se pone buena la cosa!
Si tenés cualquier otro Linux del tipo Live-CD, no importa que no sea la misma distribución que la instalada, arrancá la computadora con él y abrí una consola para escribir algunos comandos como root.
Desde ahí tenemos que encontrar cual es la partición donde está instalado tu Linux. El siguiente comando te va a ser muy útil:
La salida te va a ayudar mucho (con un poco de voluntad se entiende). Vamos a suponer que notás que la partición que tiene tu Linux es la /dev/hda5. Y que en la ante última columna (delante de la palabra Linux), dice 83 (que es lo más probable).
Ejecutamos un comando que nos permita montar esa partición en nuestro sistema que está corriendo en memoria RAM en este momento. Sin importar por ahora lo que significa "montar".
Con esto podremos ver nuestros archivos que están en el disco rígido desde ahora.
Lo siguiente es modificar el archivo donde dice que nuestro usuario tiene una contraseña.
Allí veremos un archivo de texto donde cada línea comienza con el nombre de los usuarios y sigue con varias cosas más. Buscá la línea correspondiente al usuario al que le querés quitar la contraseña.
En el hipotético caso que te llamaras como yo y que el nombre del usuario tuyo sea igual al mío, existe la posibilidad de que la línea a modificar se vea así:
En este caso, habría que borrar esa 'x' que figura justo después de "roman:".
Luego pulsás "Ctrl+x", respondés con la tecla 's' o 'y' (según tengas el editor nano en español o inglés), como respuesta a la pregunta si estás seguro de guardar el archivo modificado.
Y por último el comando reboot (acordate de sacar el CD para que tu máquina arranque normalmente desde el disco rígido).
Ahora tu sistema va a arrancar sin pedirte contraseña. Te recomiendo que una vez que puedas entrar al sistema normalmente, le pongas contraseña al usuario que se la quitaste con el comando passwd desde una consola.
Descargo de responsabilidad
Este artículo está escrito con la mejor intención de ayudarte, pero no puedo darte garantías de que sirva para tu caso. Tampoco puedo asegurarte que no vas a romper el sistema, eso me ha pasado cuando estaba aprendiendo a mi mismo. Solo lo tomé como parte del costo del aprendizaje.
Espero que con este artículo a vos no te pase lo mismo y que puedas aprender con el menor costo de errores posible.
El software libre se caracteriza por evolucionar continuamente, así que es importante que leas la fecha en la que escribí esto, porque si pasaron varios años, es probable que esté desactualizado y existan formas mucho más simples de hacer lo mismo... tal vez las computadoras ya leen lo que vos pensás y todo esto solo tiene valor arqueológico... tal vez ya no existen computadoras... mmmm, creo que eso no porque en ese caso tampoco lo estarías leyendo. :-P
En fin, espero que te sirva.
Bibliografía consultada
http://www.ubuntu-es.org/index.php?q=node/24933
http://www.ecualug.org/?q=2006/03/27/trucos_y_tips/recuperar_la_contrasena_del_root
Mi cabeza no tiene enlace... por ahora... menos mal.
Hoy, aprovechando un correo a la lista de Gleducar donde pedían ayuda en esto mismo, tomo algunos enlaces, algunas ideas y desarrollo este artículo.
Te prevengo que como es un artículo técnico, puede ser que seguirlo requiera que tengas que leer bastante de los enlaces que te proporciono, dependiendo de tus conocimientos previos. Estás por realizar una tarea NO menor y que generalmente un usuario no técnico no realiza... sin importar el sistema operativo que use.
Comprendiendo la situación
El sistema está funcionando (aunque no lo creas). La única diferencia es que no te deja entrar a vos como usuario porque vos mismo le ordenaste que solo permita el acceso si ponés una contraseña (aparte del nombre de usuario, claro está).
Sin embargo, este sistema está ideado para superar esos problemas apelando al acceso físico al equipo... tranquilo, no hay que buscar el destornillador.
Vas a tener que reiniciar el equipo y hacer alguno de los procedimientos que te describo a continuación (o algún otro que olvido o desconozco... seguro que los hay).
Antes que alguien me ponga un comentario diciendo algo como ¿no era que Linux era recontra seguro? ¿dónde está la seguridad?, les cuento que estos tipos de soluciones se basan en la presunción de que si se puede tener acceso físico al equipo es porque somos de confianza como para manipularlo.
Opción 1: Ubuntu
Ubuntu Linux usa un cargador de arranque llamado Grub, que tiene configurada una opción llamada "Recovery mode", seguramente la vez cada vez que prendés tu computadora pero nunca la usaste... hoy es el día.
Este modo de arranque te va a iniciar el sistema en modo monousuario, con permisos de administrador (root). Que es el que tiene permiso de hacer cualquier cosa... como cambiar las contraseñas.
En esa críptica, hasta ahora, consola de texto, escribís lo siguiente:
passwd roman
En el extraño caso que el nombre de tu usuario sea el mismo que el mío (roman). Como seguramente vos tenés otro nombre de usuario, reemplazá roman por el tuyo.
Te va a pedir la nueva contraseña y cuando la ingresás, vuelve el prompt.
Ahora podés ejecutar el último comando para reiniciar normalmente tu máquina:
reboot
Opción 2: Tengo un Linux que usa Grub, pero no veo la opción recovery mode
No desesperarse... se complica un poquito más, pero hasta el día de hoy, no hay muertes registradas por realizar este procedimiento.
Generalmente, aparte de las opciones simples que se eligen con las flechas del cursor, Grub nos proporciona un método manual de edición de opciones de arranque. A esto se accede pulsando la tecla 'e' de nuestro teclado, mientras está la pantalla de elección del sistema operativo a arrancar.
En la siguiente pantalla, elegimos la opción de arranque habitual y volvemos a pulsar 'e' en nuestro teclado. Para editar esa opción de arranque.
Al final de la línea (para este caso, no importa lo que diga la misma), con un espacio como separación, escribimos single. Que es la opción que le dice al sistema, que al arrancar haga lo mismo que teníamos en "recovery mode", de la opción anterior.
Solo nos resta pulsar la tecla 'Enter' y luego la tecla 'b' para que "bootee" (neologismo que significa arrancar) nuestro sistema.
Una vez que arrancó es como en la Opción anterior:
passwd NUESTRO_USUARIO
Le damos una nueva contraseña.
Y finalmente ejecutamos el comando
reboot
Opción 3: El Linux que tengo no tiene grub... pero tengo el disco de instalación
Distribuciones como Mandriva Linux, Red Hat Enterprise Linux, Fedora Core, etc. Tienen procedimientos específicos para realizar esta tarea lo más simplemente posible.
Todos coinciden en arrancar la computadora con el disco 1 de instalación puesto y levante desde ahí el sistema. Luego las opciones nos permitirán recuperar el sistema o cambiar las contraseñas fácilmente.
Les recomiendo que para cada caso busquen el cómo, en su correspondiente página web de la distribución. No tiene mucho sentido que me ponga a escribir sobre esos procedimientos que ya están documentados y hasta es posible que si cambian, yo ni me entere. Con lo que este artículo te llevaría por un camino que no te serviría.
Opción 4: El Linux que tengo no tiene grub, no tengo el disco de instalación y me estoy desesperando
¡Acá se pone buena la cosa!
Si tenés cualquier otro Linux del tipo Live-CD, no importa que no sea la misma distribución que la instalada, arrancá la computadora con él y abrí una consola para escribir algunos comandos como root.
Desde ahí tenemos que encontrar cual es la partición donde está instalado tu Linux. El siguiente comando te va a ser muy útil:
fdisk -l
La salida te va a ayudar mucho (con un poco de voluntad se entiende). Vamos a suponer que notás que la partición que tiene tu Linux es la /dev/hda5. Y que en la ante última columna (delante de la palabra Linux), dice 83 (que es lo más probable).
Ejecutamos un comando que nos permita montar esa partición en nuestro sistema que está corriendo en memoria RAM en este momento. Sin importar por ahora lo que significa "montar".
mount -t ext3 /dev/hda5 /mnt
Con esto podremos ver nuestros archivos que están en el disco rígido desde ahora.
Lo siguiente es modificar el archivo donde dice que nuestro usuario tiene una contraseña.
nano /mnt/etc/passwd
Allí veremos un archivo de texto donde cada línea comienza con el nombre de los usuarios y sigue con varias cosas más. Buscá la línea correspondiente al usuario al que le querés quitar la contraseña.
En el hipotético caso que te llamaras como yo y que el nombre del usuario tuyo sea igual al mío, existe la posibilidad de que la línea a modificar se vea así:
roman:x:1000:1000:Roman,,,,:/home/roman:/bin/bash
En este caso, habría que borrar esa 'x' que figura justo después de "roman:".
Luego pulsás "Ctrl+x", respondés con la tecla 's' o 'y' (según tengas el editor nano en español o inglés), como respuesta a la pregunta si estás seguro de guardar el archivo modificado.
Y por último el comando reboot (acordate de sacar el CD para que tu máquina arranque normalmente desde el disco rígido).
Ahora tu sistema va a arrancar sin pedirte contraseña. Te recomiendo que una vez que puedas entrar al sistema normalmente, le pongas contraseña al usuario que se la quitaste con el comando passwd desde una consola.
Descargo de responsabilidad
Este artículo está escrito con la mejor intención de ayudarte, pero no puedo darte garantías de que sirva para tu caso. Tampoco puedo asegurarte que no vas a romper el sistema, eso me ha pasado cuando estaba aprendiendo a mi mismo. Solo lo tomé como parte del costo del aprendizaje.
Espero que con este artículo a vos no te pase lo mismo y que puedas aprender con el menor costo de errores posible.
El software libre se caracteriza por evolucionar continuamente, así que es importante que leas la fecha en la que escribí esto, porque si pasaron varios años, es probable que esté desactualizado y existan formas mucho más simples de hacer lo mismo... tal vez las computadoras ya leen lo que vos pensás y todo esto solo tiene valor arqueológico... tal vez ya no existen computadoras... mmmm, creo que eso no porque en ese caso tampoco lo estarías leyendo. :-P
En fin, espero que te sirva.
Bibliografía consultada
http://www.ubuntu-es.org/index.php?q=node/24933
http://www.ecualug.org/?q=2006/03/27/trucos_y_tips/recuperar_la_contrasena_del_root
Mi cabeza no tiene enlace... por ahora... menos mal.
jueves, 20 de marzo de 2008
Autoridad, respeto y otra forma de enseñar
En el aula, ha de lograrse autoridad y respeto: lo contrario del temor y la subordinación. No debería suponerse que, si uno no impone su voluntad, está condenado a aceptar la de otros. Y no es acertado entender que el respeto es un gesto de alineación u obediencia: es un sentimiento y está más próximo a la admiración que al sometimiento. Se lo puede estimular, pero no se lo puede imponer.
Es importante descentralizar la posesión del conocimiento. La obtención y asimilación de los conocimientos son resultado de una experiencia que se multiplica en el intercambio grupal y se enriquece desde distintas fuentes, formales o informales. El docente debería ser participante y beneficiario de una dinámica que, cuanto menos, dependa de su exclusiva participación y presencia, más cerca estará de su objetivo. Que un chico imagine que los adultos lo saben todo es esperable. Que los adultos vivencien complacidos esta admiración infantil es comprensible. Pero el vínculo que así se genera merece ser aprovechado para estimular la posibilidad del pensamiento crítico de las nuevas generaciones. Estimular la crítica a la autoridad es el mejor y más corto camino para ganarse el respeto. También conviene articular los contenidos a los intereses y necesidades concretas y actuales de los destinatarios, ya que el interés del receptor decae o desaparece cuando advierte que está recibiendo herramientas supuestamente útiles pero cuyo beneficio será lejano o fortuito. Y es pertinente redimensionar la importancia exagerada que se otorgó a la memoria reproductiva: si bien toda actividad intelectual se apoya en los conocimientos adquiridos, que son materia prima para comprender lo nuevo y desconocido, esta condición necesaria no es suficiente. Aquello que se incorpora sin metabolización personal tiende a quedar como un acervo erudito sin más utilidad que su exhibición.
Estimular la autonomía antes que el éxito; promover la cooperación en detrimento de la competitividad; respetar y estimular las diferencias; rescatar sin juicios maniqueos “bueno-malo” la existencia de diferentes tiempos, habilidades, intereses, momentos, características físicas, culturales, sexuales, familiares; estas actitudes favorecen el aprendizaje y su ejercicio se convierte en un aprendizaje en sí mismo.
La escuela tradicional se asienta en una premisa generalmente no explicitada: pulsiones y afectos –amorosos, agresivos, de poder, de saber, apatía, rebeldías, miedos y tristezas– deben quedar excluidos. Casi nadie negará su existencia, pero su hábitat natural debe ser –se dice– extraescolar:
Hace falta recordar que la vida es mucho más que la lectoescritura, las funciones matemáticas y la capacitación laboral. A partir de restituir la importancia de esta parte de la vida será más fácil pensar –y alentar–, con instrumentos provistos por la educación, distintas y mejores formas de vivir.
Y es necesario reconocer la ineficacia y las desventajas del castigo como instrumento pedagógico familiar y escolar. Aunque los castigos y las penitencias se han ido atenuando, todavía se apela a ellos como recurso didáctico. La mala nota, la tarea como castigo, la firma o la amonestación, la “prueba sorpresa”, echar al alumno del aula, dejar a los alumnos sin recreo, la repetición del curso, la burla, el reproche, incluso notificaciones a los padres, siguen demostrando que en la intimidad persiste la creencia en el castigo como recurso más adecuado.
En esta línea, el derecho a la educación y la obligatoriedad de la enseñanza debe plantearse en su justo punto. La obligatoriedad de la enseñanza es un imperativo para el Estado y un instrumento para que los padres no interfieran en el derecho de los hijos a la educación. Pero, entendiendo erróneamente la obligatoriedad, suele buscarse el motor del aprendizaje en la coacción que padres y docentes ejerzan sobre el alumno. Suponer que se puede enseñar a pesar o en contra del interesado descoloca el verdadero sentido de la enseñanza-aprendizaje.
* Extractado del trabajo La aventura de aprender a pensar, que obtuvo el segundo premio en el concurso ABA 2007. Una escuela que enseña a pensar.
Es importante descentralizar la posesión del conocimiento. La obtención y asimilación de los conocimientos son resultado de una experiencia que se multiplica en el intercambio grupal y se enriquece desde distintas fuentes, formales o informales. El docente debería ser participante y beneficiario de una dinámica que, cuanto menos, dependa de su exclusiva participación y presencia, más cerca estará de su objetivo. Que un chico imagine que los adultos lo saben todo es esperable. Que los adultos vivencien complacidos esta admiración infantil es comprensible. Pero el vínculo que así se genera merece ser aprovechado para estimular la posibilidad del pensamiento crítico de las nuevas generaciones. Estimular la crítica a la autoridad es el mejor y más corto camino para ganarse el respeto. También conviene articular los contenidos a los intereses y necesidades concretas y actuales de los destinatarios, ya que el interés del receptor decae o desaparece cuando advierte que está recibiendo herramientas supuestamente útiles pero cuyo beneficio será lejano o fortuito. Y es pertinente redimensionar la importancia exagerada que se otorgó a la memoria reproductiva: si bien toda actividad intelectual se apoya en los conocimientos adquiridos, que son materia prima para comprender lo nuevo y desconocido, esta condición necesaria no es suficiente. Aquello que se incorpora sin metabolización personal tiende a quedar como un acervo erudito sin más utilidad que su exhibición.
Estimular la autonomía antes que el éxito; promover la cooperación en detrimento de la competitividad; respetar y estimular las diferencias; rescatar sin juicios maniqueos “bueno-malo” la existencia de diferentes tiempos, habilidades, intereses, momentos, características físicas, culturales, sexuales, familiares; estas actitudes favorecen el aprendizaje y su ejercicio se convierte en un aprendizaje en sí mismo.
La escuela tradicional se asienta en una premisa generalmente no explicitada: pulsiones y afectos –amorosos, agresivos, de poder, de saber, apatía, rebeldías, miedos y tristezas– deben quedar excluidos. Casi nadie negará su existencia, pero su hábitat natural debe ser –se dice– extraescolar:
Hace falta recordar que la vida es mucho más que la lectoescritura, las funciones matemáticas y la capacitación laboral. A partir de restituir la importancia de esta parte de la vida será más fácil pensar –y alentar–, con instrumentos provistos por la educación, distintas y mejores formas de vivir.
Y es necesario reconocer la ineficacia y las desventajas del castigo como instrumento pedagógico familiar y escolar. Aunque los castigos y las penitencias se han ido atenuando, todavía se apela a ellos como recurso didáctico. La mala nota, la tarea como castigo, la firma o la amonestación, la “prueba sorpresa”, echar al alumno del aula, dejar a los alumnos sin recreo, la repetición del curso, la burla, el reproche, incluso notificaciones a los padres, siguen demostrando que en la intimidad persiste la creencia en el castigo como recurso más adecuado.
En esta línea, el derecho a la educación y la obligatoriedad de la enseñanza debe plantearse en su justo punto. La obligatoriedad de la enseñanza es un imperativo para el Estado y un instrumento para que los padres no interfieran en el derecho de los hijos a la educación. Pero, entendiendo erróneamente la obligatoriedad, suele buscarse el motor del aprendizaje en la coacción que padres y docentes ejerzan sobre el alumno. Suponer que se puede enseñar a pesar o en contra del interesado descoloca el verdadero sentido de la enseñanza-aprendizaje.
* Extractado del trabajo La aventura de aprender a pensar, que obtuvo el segundo premio en el concurso ABA 2007. Una escuela que enseña a pensar.
lunes, 10 de marzo de 2008
Yo, particularmente, soy profesor de informática y me tocó trabajar en varias escuelas con distintas realidades. Y resulta que el cambio del año 2005, pasando de 3 hs semanales de TIC a 2 hs fue una de las peores movidas que se les pueda haber ocurrido. Mucho más si observamos que
muchas escuelas (públicas y privadas) no tienen todavía computadoras para trabajar.
De todas formas, es muy poco lo que los docentes podemos hacer para cambiar esta realidad. Principalmente porque el sistema educativo está hecho con la filosofía "callate y laburá... para pensar estamos nosotros que tenemos un montón de títulos y la tenemos clara"... los del montón de títulos son la gente de los ministerios, claro está. No conozco ningún ministro de educación que tenga que trabajar en el aula cada semana... incluso algunos nunca trabajaron en el aula.
Lo que sí podemos hacer los docentes de informática es repensar nuestra función en la escuela.
Podemos ser maestros reproduccionistas que pasen por la vida de los chicos sin pena ni gloria o podemos adoptar un rol socializador e integrador para la nueva sociedad de la comunicación.
¿Notaron la diferencia cultural que se forma entre las personas que utilizan internet como herramienta cultural y los que no usan la computadora directamente?
La distancia parece de siglos... Hay muchos que ante la duda sobre algún tema, corremos a la wikipedia. Mientras que los demás se encogen de hombros.
En la vida laboral lo noto continuamente. Está la persona proactiva y autodidacta de la era de la comunicación. Y está el que no hace nada, salvo que haya tomado un curso para saber como se hace.
Creo que la capacidad de ser proactivo es una de las mayores diferencias que podemos aportar nosotros como profesores de informática... incluso con solo 2 hs cátedra por semana.
En tiempos donde por la puerta principal no tenemos apoyo, debemos enseñar a usar la puerta trasera.
Si los ministerios dicen "2hs por semana", nosotros podemos incentivar a los chicos a que aprovechen muchas horas más en el ciber, su casa o la casa de su amigo/a para aprender por si mismos.
Si el ministerio nos dice "enseñen un año de procesador de texto", nosotros incentivemos a que todos los trabajos prácticos de todas los espacios curriculares se presenten hechos en procesador de textos, a que cada vez usen más recursos del mismo, a que parte de la nota se forme por la pulcritud y orden de la información presentada, a que aprendan a realizar infografías para explicar sus temas.
Enseñemos a instalar blogs del curso, wikis, galerías de imágenes. Donde puedan elaborar colectivamente apuntes generales de todo el curso (que aprendan que con un pequeño aporte marginal se pueden tener resultados gigantescos). Que puedan canalizar sus angustias y conflictos utilizando el lenguaje escrito en el blog del curso. Que entiendan como funcionan todas estas herramientas, que entiendan que se requiere de un hosting, como se gestiona un nombre de dominio, como se instala un programa en forma remota, que no se conformen con las herramientas de hotmail, gmail o la empresa que sea... que se apropien de la tecnología.
Si vemos al espacio curricular TIC como una catapulta hacia una forma de vida, seguramente tendremos resultados mucho más interesantes que los actuales y no pasaremos por la vida de estos chicos sin pena ni gloria...
La excelente compositora Eladia Blazquez decía:
¡No! Permanecer y transcurrir
no es perdurar, no es existir
¡Ni honrar la vida!
Hay tantas maneras de no ser,
tanta conciencia sin saber
adormecida...
Merecer la vida no es callar y consentir,
tantas injusticias repetidas...
¡Es una virtud, es dignidad!
Y es la actitud de identidad ¡más definida!
Eso de durar y transcurrir
no nos da derecho a presumir.
Porque no es lo mismo que vivir...
¡Honrar la vida!
En nuestra profesión, entre nuestros compañeros de trabajo... ¿cuánto
hay de durar y transcurrir? y ¿cuánto hay de honrar la vida?
muchas escuelas (públicas y privadas) no tienen todavía computadoras para trabajar.
De todas formas, es muy poco lo que los docentes podemos hacer para cambiar esta realidad. Principalmente porque el sistema educativo está hecho con la filosofía "callate y laburá... para pensar estamos nosotros que tenemos un montón de títulos y la tenemos clara"... los del montón de títulos son la gente de los ministerios, claro está. No conozco ningún ministro de educación que tenga que trabajar en el aula cada semana... incluso algunos nunca trabajaron en el aula.
Lo que sí podemos hacer los docentes de informática es repensar nuestra función en la escuela.
Podemos ser maestros reproduccionistas que pasen por la vida de los chicos sin pena ni gloria o podemos adoptar un rol socializador e integrador para la nueva sociedad de la comunicación.
¿Notaron la diferencia cultural que se forma entre las personas que utilizan internet como herramienta cultural y los que no usan la computadora directamente?
La distancia parece de siglos... Hay muchos que ante la duda sobre algún tema, corremos a la wikipedia. Mientras que los demás se encogen de hombros.
En la vida laboral lo noto continuamente. Está la persona proactiva y autodidacta de la era de la comunicación. Y está el que no hace nada, salvo que haya tomado un curso para saber como se hace.
Creo que la capacidad de ser proactivo es una de las mayores diferencias que podemos aportar nosotros como profesores de informática... incluso con solo 2 hs cátedra por semana.
En tiempos donde por la puerta principal no tenemos apoyo, debemos enseñar a usar la puerta trasera.
Si los ministerios dicen "2hs por semana", nosotros podemos incentivar a los chicos a que aprovechen muchas horas más en el ciber, su casa o la casa de su amigo/a para aprender por si mismos.
Si el ministerio nos dice "enseñen un año de procesador de texto", nosotros incentivemos a que todos los trabajos prácticos de todas los espacios curriculares se presenten hechos en procesador de textos, a que cada vez usen más recursos del mismo, a que parte de la nota se forme por la pulcritud y orden de la información presentada, a que aprendan a realizar infografías para explicar sus temas.
Enseñemos a instalar blogs del curso, wikis, galerías de imágenes. Donde puedan elaborar colectivamente apuntes generales de todo el curso (que aprendan que con un pequeño aporte marginal se pueden tener resultados gigantescos). Que puedan canalizar sus angustias y conflictos utilizando el lenguaje escrito en el blog del curso. Que entiendan como funcionan todas estas herramientas, que entiendan que se requiere de un hosting, como se gestiona un nombre de dominio, como se instala un programa en forma remota, que no se conformen con las herramientas de hotmail, gmail o la empresa que sea... que se apropien de la tecnología.
Si vemos al espacio curricular TIC como una catapulta hacia una forma de vida, seguramente tendremos resultados mucho más interesantes que los actuales y no pasaremos por la vida de estos chicos sin pena ni gloria...
La excelente compositora Eladia Blazquez decía:
¡No! Permanecer y transcurrir
no es perdurar, no es existir
¡Ni honrar la vida!
Hay tantas maneras de no ser,
tanta conciencia sin saber
adormecida...
Merecer la vida no es callar y consentir,
tantas injusticias repetidas...
¡Es una virtud, es dignidad!
Y es la actitud de identidad ¡más definida!
Eso de durar y transcurrir
no nos da derecho a presumir.
Porque no es lo mismo que vivir...
¡Honrar la vida!
En nuestra profesión, entre nuestros compañeros de trabajo... ¿cuánto
hay de durar y transcurrir? y ¿cuánto hay de honrar la vida?
Total, el blog es mío...
La cosa es que este espacio es como un lugar para hacer catársis, un espacio donde pongo lo que tengo ganas o me conmueve en un momento determinado... vaya a saber uno por qué.
Hoy, al contestar un correo en una lista, vino a mi memoria, una parte de un monólogo de alguien a quien extraño mucho... ¡Tato Bores!
Jorge Schussheim escribió este texto que, según él, abría un monólogo de Tato, estrenado en el teatro a pocos días de producirse el golpe del 24 de marzo de 1976.
¡Qué país, qué país...!
No me explico por qué nos despelotamos tanto... ¡si somos multimillonarios!
Usted va, tira un granito de maíz y ¡plaf!, le crecen diez hectáreas.
Siembra una semillita de trigo y ¡ñácate!, una cosecha que hay que tirar la mitad al río, por que no tenemos adónde metérnosla.
Compra una vaquita, la deja sola y al año se le formó un harén de vacas, créame...
Lo malo de esta fertilidad es que una vez, hace años, un hijo de puta sembró un almácigo de boludos y la plaga no la pudimos parar ni con DDT...
Aunque la verdad es que no me acuerdo si fue un hijo de puta que sembró un almácigo de boludos, o un boludo que sembró un almácigo de hijos de puta...
Si por esos lados se encuentran con el negro Olmedo... Sepan que nos hacen falta a muchos Argentinos.
Hoy, al contestar un correo en una lista, vino a mi memoria, una parte de un monólogo de alguien a quien extraño mucho... ¡Tato Bores!
Jorge Schussheim escribió este texto que, según él, abría un monólogo de Tato, estrenado en el teatro a pocos días de producirse el golpe del 24 de marzo de 1976.
¡Qué país, qué país...!
No me explico por qué nos despelotamos tanto... ¡si somos multimillonarios!
Usted va, tira un granito de maíz y ¡plaf!, le crecen diez hectáreas.
Siembra una semillita de trigo y ¡ñácate!, una cosecha que hay que tirar la mitad al río, por que no tenemos adónde metérnosla.
Compra una vaquita, la deja sola y al año se le formó un harén de vacas, créame...
Lo malo de esta fertilidad es que una vez, hace años, un hijo de puta sembró un almácigo de boludos y la plaga no la pudimos parar ni con DDT...
Aunque la verdad es que no me acuerdo si fue un hijo de puta que sembró un almácigo de boludos, o un boludo que sembró un almácigo de hijos de puta...
Si por esos lados se encuentran con el negro Olmedo... Sepan que nos hacen falta a muchos Argentinos.
lunes, 5 de noviembre de 2007
¡Excelente material para difundir en escuelas!
Hay temas centrales en la vida cívica de los países, que debería sensibilizarnos a todos los educadores. Desgraciadamente no siempre sucede así y nos encontramos en salas de profesores (algunas veces), silenciando este tipo de temas con la discusión sobre cual de las fulanas de turno, anoche lo hizo mejor en "xxxxando por un sueño".
Todavía tengo el extraño sueño que eso vaya cambiando en algún momento... o que con mi granito de arena eso pueda cambiar.
El tan nombrado "voto electrónico", surge en los últimos tiempos como la panacea de la democracia, prometiéndonos la justicia y transparencia que jamás pudimos tener.
Incluso parece que la mayoría de los políticos, sin importar la bandera que tengan, coinciden en las bondades de este.
Pero por otro lado, como informático y persona concurrente en ámbitos de expertos en seguridad informática, me encuentro con que no hay un experto que pueda mantener estas afirmaciones, que se hacen para la gran masa de gente.
Encontré en internet, un video del programa Dominio Digital, que explica en un lenguaje simple y "entendible por todos" esto que estoy afirmando.
Les pido a todos los lectores, por favor, que lo observen. Solo dura 27 minutos y no tiene desperdicio.
Luego díganme si no se presta para una clase especial con los chicos, para que lo puedan ver y debatir libremente.
Está en ésta dirección.
domingo, 12 de agosto de 2007
¡Sin dudas lo entendió!
Hace una semana, Nicolás, mi hijo mayor, con solo diez años. Me cuenta entusiasmado algo que yo ya esperaba porque él mismo me lo había adelantado. Uno de sus tíos, le regaló una Handheld HP Jornada 680e, que él ya no usaba.
El diálogo apresurado por la exitación fue algo así:
Nico: Papi, el tío Diego me regaló la compu de mano. Está buenísima, se abre como tu laptop y queda la pantallita delante de las teclas... ¡Me la tenés que arreglar!
Roman: ¿Por qué? ¿Qué tiene roto? Preguntas que hice pensando en problemas de hardware.
Nico: Tiene windows...
Aquellos que me conocen, no necesitan mucho para entender como me siento de feliz. Pero para los que no están en este grupo, tengo que contarles que orgullo de padre es poco para decir.
Posiblemente, Nico, halla llevado un paso más adelante mi comprensión y amor por el software libre por lo que les voy a contar.
Su regalo para el día del niño es una placa de interfaz de comando de robots que diseñó y vende un amigo mío. Esto lo tiene muy entusiasmado porque se comanda con lenguaje xlogo... y Nico está aprendiendo logo en la escuela desde hace un año.
Así es que la explicación que Nico luego me dió más en detalle, es que quiere usar la "computadorita" para comandar los robots que podamos hacer desde ahí... y ese tipo de cosas solo se pueden hacer con software libre (para él todavía es sinónimo Linux, así lo llama).
Posiblemente los próximos meses nos pasaremos muchas horas de fin de semana, con Nico, instalando software libre en la Jornada 680e, aprendiendo de las primitivas de comando de XLogo y construyendo robots libres que se comanden desde "la computadorita".
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